Samsung Galaxy Note II
Hace poco más de un año, Samsung logró sorprendernos a todos con su apuesta en firme por los tabletófonos, un viejo segmento que hasta entonces no había terminado de despegar del todo fuera en entornos profesionales. Hablamos por supuesto del Galaxy Note original, un bloc de notas supervitaminado tan redondo que los surcoreanos han querido repetir éxito esta temporada con una nueva versión. Tal y como te adelantábamos hace unos días con nuestra tradicional ceremonia del desempaquetado, el flamante Galaxy Note II ha caído en manos engadgeteras para someterse a un concienzudo análisis y hacer todo lo posible por demostrar que segundas partes sí que pueden ser buenas. Argumentos desde luego no le faltan, con una generosa pantalla de 5,5 pulgadas con tecnología HD Super AMOLED, un procesador de cuatro núcleos a 1,6 GHz, Android 4.1 Jelly Bean y su característico stylus S-Pen actualizado para la ocasión con jugosas novedades.
¿Dispuesto a conocer si estos cambios son motivos suficientes para jubilar al modelo anterior y si realmente se merece toda la pompa que se ha generado a su alrededor? Para salir de dudas te invitamos a que tomes asiento, eches un vistazo tras el salto... y te dejes sorprender por una nueva definición de "terminal galáctico".
Diseño
Sabiendo que el Samsung Galaxy Note I seguía de cerca la estela del Galaxy S II, estaba más que cantado que su nueva generación iba a imitar el aspecto del Galaxy S III y todo el entramado de marketing tejido por Samsung para vendernos su "diseño especialmente pensado para los humanos e inspirado en la naturaleza". No sabemos cuán fan serás de esta elección, pero es innegable que ha ayudado a la compañía a "hacer marca" (y de paso, le ha ahorrado algunos problemillas legales).
Más allá de este cambio de rumbo a favor de unas líneas más redondeadas, nuestro protagonista presume ahora de una pantalla de 5,5 pulgadas -frente a las 5,3" originales- y ha modificado ligeramente sus dimensiones, alcanzando ahora a su paso por la cinta métrica unas medidas de 151,1 x 80,5 x 9,4 mm, es decir, ahora es más alto, algo más estrecho y ligeramente más delgado que el primer modelo (que contaba con un tamaño de 146,9 x 83 x 9,7 mm). A pesar del estirón, el nuevo equipo únicamente ha ganado dos gramos de peso, situándose ahora en 180 gramos y, por extraño que pudiera parecer, ahora se nos hace más manejable: no sólo resulta más cómodo de sujetar con una sola mano dado su leve cambio en su ratio de aspecto, sino que sus bordes algo más suaves contribuyen a mejorar el confort -eso sí, como contrapunto, la sensación de agarre nos parece que ha disminuido ligeramente, como ya nos pasaba con el S III.
A nivel de construcción, nuestro protagonista se presenta con la misma carcasa de plástico que el resto de la familia galáctica de Samsung (en esta ocasión, con un acabado glaseado disponible en color blanco mármol o gris titanio), una decisión que nos ha dejado con un cierto sabor agridulce: por un lado entendemos que el fabricante haya preferido este tipo de materiales para abaratar costes y no sumar gramos de más al conjunto; sin embargo, por el otro, no podemos evitar pensar que un terminal de estas dimensiones es mucho más propenso a llevarse golpes y protagonizar aterrizajes de emergencia que uno más menudo, por lo que habríamos preferido que su carcasa se hubiera diseñado en una materia prima más resistente. Pese a ello, en nuestro día a día nos ha quedado patente que la casa ha logrado crear un terminal sólido y duradero, que no sucumbe tan fácilmente a los arañazos como aparenta su suave tacto (cosa que, desde luego, es todo un alivio).
Comenzando con nuestro habitual recorrido por su anatomía, tenemos que hacer una primera parada en su frontal, presidido por una generosa pantalla de 5,5 pulgadas con tecnología HD Super AMOLED, que viene protegida por una capa de Corning Glass 2. Dado el incremento de diagonal, el marco del equipo se ha hecho considerablemente más estrecho, aunque todavía tiene sitio para acoger el logo del fabricante, seguido de un gran LED para notificaciones, el primer auricular, un par de sensores y su cámara frontal para videoconferencias en la parte superior; mientras abajo se colocan el botón de inicio (que para la ocasión también ha encogido sutilmente y se ha hecho más alargado) y un par de teclas táctiles retroiluminadas -concretamente menú y atrás- para controlar el sistema operativo androide.
Pasamos ya a su cromado perímetro para descubrir que la unidad hace gala del minimalismo que tanto parece gustar a los coreanos, contando en la parte de arriba con el conector para auriculares de 3,5 mm y un micrófono, a la derecha con el botón de encendido (de buena pulsación y atractivo aspecto metalizado), abajo con el hueco para alojar su característico lápiz S-Pen, el puerto micro-USB de carga y el micrófono principal, y, finalmente, a la izquierda con el control de volumen.
Pasamos ya a su cromado perímetro para descubrir que la unidad hace gala del minimalismo que tanto parece gustar a los coreanos, contando en la parte de arriba con el conector para auriculares de 3,5 mm y un micrófono, a la derecha con el botón de encendido (de buena pulsación y atractivo aspecto metalizado), abajo con el hueco para alojar su característico lápiz S-Pen, el puerto micro-USB de carga y el micrófono principal, y, finalmente, a la izquierda con el control de volumen.
En su reverso, el smartphone aloja una cámara principal de 8 megapíxeles con flash LED, un par de centímetros más abajo la firma de su orgulloso fabricante y, por último, llegando ya a su extremo, un pequeño pero efectivo altavoz desplazado ligeramente hacia el lateral izquierdo. Cerramos este breve paseo por su diseño levantando -no sin ciertas dificultades- su carcasa trasera, tras la que se ocultan su ranura para microSIM y tarjetas microSD (que acepta hasta 64 GB de espacio adicional), así como su voluminosa batería de 3.100 mAh.
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